El amigurumi es en Japón algo más que un simple pasatiempo, ya que forma parte de la cultura kawaii, término que podría traducirse como mono, tierno, adorable.
Más allá de su uso como figurita decorativa o juguete, el objetivo que persiguen los amigurumis es alimentar el espíritu de niño que todos llevamos dentro. Según la costumbre, cada amigurumi posee un "alma" que lo convierte en el compañero y confidente de por vida de su dueño, proporcionándole protección y consuelo en los momentos de estrés y tristeza.